- Fuente: J. Mayer H.
- Arquitectos: Juergen Mayer H., Jesko Malkolm Johnsson-Zahn
- Arquitecto ejecutivo: Beka Pkhakadze, Tbilisi
- Imágenes: Jesko Malkolm Johnsson-Zahn, vía J. Mayer H.
- Area: 250 m²
- Ubicación: Mestia (Georgia)
Aeropuerto de Mestia: arquitectura y creación de una identidad
VisualARQ nos preguntamos ¿hay mucha diferencia entre el aeropuerto del que salisteis y al que llegaréis? Y, si sois desafortunados, ¿se parecen al el aeropuerto de tránsito?
Mientras resuenan los mensajes de “Please proceed to gate …” y camináis arrastrando la maleta, intentad recordar qué aeropuerto os pareció sustancialmente diferente cuando entrasteis en él. Cristaleras, mostradores de facturación, cafeterías, quioscos, tiendas varias, salas para esperas que se hacen eternas y pasillos, sobre todo, pasillos. Al anonimato de los visitantes seguramente se añade el anonimato de la arquitectura, no por falta de destreza en su diseño sino porque, siendo distintos, los aeropuertos son cada vez más iguales.
Ahora contemplad esta imagen. No es un vehículo espacial que ha aterrizado en otro planeta. No es un elemento de escenografía creado para una película de ciencia ficción. Es un aeropuerto. Auténtico. Con todos los requisitos exigidos por la normativa europea. Arquitectos con fechas de entrega ajustadas, tomad nota: diseñado y construido en un total de tres meses. VisualARQ pone ante vuestros ojos el aeropuerto Queen Tamar.
Si la construcción parece inusual, no lo es menos el emplazamiento. Se encuentra en la ciudad de Mestia (Georgia), de la que deberíamos saber más ya que la Unesco ha declarado a esa región Patrimonio de la Humanidad. Esta población se encuentra en las montañas del Caúcaso y tiene dos atractivos. Uno de ellos es el de la naturaleza que la rodea, donde se pueden realizar actividades deportivas como el alpinismo y, especialmente, el esquí a 1.400m de altura.
La otra fuente de atracción es cultural, su herencia medieval, con unas características torres de piedra que inspiraron el diseño del estudio de arquitectura alemán J. Mayer H.
La misión de este aeropuerto no es acoger a millones de viajeros. La población del distrito ronda los 15.000 habitantes y, si bien cuenta con el atractivo de la práctica del esquí, la afluencia turística es todavía modesta. En una primera fase, se estimó que semanalmente daría servicio a 2 vuelos de aviones de pequeñas dimensiones. Esta infraestructura tiene como objetivo dinamizar la zona, fomentar su conocimiento y facilitar el acceso a un lugar que, no por desconocido, carece de interés para los amantes de la montaña.
En realidad, ¿qué necesita un aeropuerto?
Pistas de despegue y aterrizaje: aquí ocupan 1.200 metros.
Una torre de control: la tiene, ocupa el extremo vertical más elevado.
Una zona de checking: la hay, ¿quién podría volar si no?
Una sala de espera para embarque: sin problema, está situada en el extremo vertical de menor altura con cabida para 25 personas. La disposición es en forma de anfiteatro, los asientos los forman las estructuras de paredes y suelos.
Cafetería: también hay, junto a la sala de embarque.
En total, la construcción mide 250 m², no necesita más. Si en el futuro se necesitase una mayor capacidad, podría añadirse un nuevo módulo en las proximidades.
La pesadilla de los pasajeros que acuden a un aeropuerto son los pasillos, interminables en longitud y número. El diseño arquitectónico de J. Mayer H. ha tomado uno de esos pasillos, lo ha plegado sobre sí mismo y ha convertido lo que era una “parte” en un “todo”.
La funcionalidad de prestaciones va pareja con la de los materiales. La estructura tiene forma de conducto, un pasillo que quiere llegar al cielo, realizado en hormigón. Sencillez también en la elección de dos únicos colores: blanco y negro. El revestimiento está montado sobre soportes metálicos y es de cristal de color oscuro, para paliar la luminosidad y reflejos de la nieve. El negro también figura en el suelo y en algunos detalles decorativos del interior, contrastando con el blanco de las paredes y el techo.
La planta tiene forma de “Y”, en cada uno de sus brazos se desarrollan las actividades propias del aeropuerto. En el interior, los nervios de la estructura pueden apreciarse a lo largo del edificio.
Aunque la forma es tubular, las formas son redondeadas y orgánicas. Al elegir la arquitectura para un equipamiento para transporte aéreo, no se optó por una representación aerodinámica pero sí por una imagen de movimiento y fluidez.
Nada que ver con el estereotipo de los aeropuertos convencionales. Teniendo en cuenta la ubicación, podemos contar con una doble referencia: a las torres de piedra de la ciudad y a las rampas de saltos de esquí en las estaciones de alta montaña.
En VisualARQ destacamos esta fluidez conseguida por J. Mayer H. en este diseño con Rhino, un software excelente para tratar superficies complejas, explorar formas en cualquier fase del diseño arquitectónico y obtener el modelado 3D.
Si consideramos el volumen de tráfico, este es un aeropuerto insignificante. Si cambiamos nuestra perspectiva y valoramos lo que representa este diseño arquitectónico para la ciudad y el país en el que está enclavado, comprenderemos que su éxito es construir una identidad. Es único y diferente, no hay duda de que es el “aeropuerto de Mestia”.
De la misma manera que los diseños con pliegues caracterizan los trabajos de J. Mayer H., este proyecto da identidad a una ciudad y a sus planes de futuro.
Y no lo olvides. Diseñado y construido en tres meses. El sueño de todo constructor y, por una vez, también el de un arquitecto. Por no mencionar el alivio de saber que siempre estás en la terminal adecuada frente a la puerta de embarque correcta.
Por eso, el Queen Tamar es más que un aeropuerto. Es el símbolo del futuro de una ciudad.
Cualquiera que sea vuestro trayecto, esperamos que hagáis escala con nosotros.
VisualARQ muestra la arquitectura con Rhino, un diseño de J. Meyer H que crea la identidad de una ciudad: Aeropuerto Queen Tamar en Mestia (Georgia)
A pesar de su reducido tamaño, el aeropuerto cumple con los requisitos de la UE e incluye pistas de despegue y aterrizaje de 1.200 m de longitud, una torre de control, una zona de checking y una sala de embarque para 25 personas. La superficie del edificio es 250 m² y fue construido en 3 meses.
Un sofisticado diseño en blanco y negro para un aeropuerto único.
Ajetreados arquitectos que viajáis por el mundo, la próxima vez que acudáis a un aeropuerto, uno de los no lugares del anonimato más evidentes de nuestra civilización, mirad atentamente a vuestro alrededor. En